Hasta la fecha, la mayoría de las iniciativas sobre ciudades inteligentes se han producido en las economías desarrolladas, y las autoridades de Europa y los países nórdicos han ido a la cabeza en el uso de tecnologías digitales para mejorar los servicios de los municipios.
Pero el concepto de ciudad inteligente no se reduce a la aplicación de tecnología digital en los espacios urbanos. Según un informe del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), tienen que ser el sector privado y las autoridades los que, en último término, garanticen que la tecnología aporte una contribución significativa a numerosos aspectos de la vida de los ciudadanos.
Así, las autoridades municipales han empezado a desplegar redes de cámaras y sensores de Internet de las Cosas para reforzar los servicios públicos en ámbitos como el transporte y la gestión de residuos.
El WEF sostiene que, a pesar de dichos objetivos, existe una enorme brecha en la adopción y resultados de las iniciativas ciudades inteligentes, porque las firmas tecnológicas prefieren invertir en ciudades de Estados Unidos y Europa, con economías maduras, antes que en los países del sur.
En noviembre de 2022, el WEF señaló que Londres, Nueva York, Tokio y París se encontraban entre las 10 ciudades más inteligentes, según nueve parámetros que abarcaban desde la gobernanza y las competencias digitales hasta la sostenibilidad medioambiental. Las ciudades en vías de desarrollo, como Nairobi, Lagos, Brasília y Calcuta, se hallaban entre las últimas.
Ademas, el WEF indicó que los mismos conceptos de ciudad inteligente suelen ser objeto de crítica en el mundo en vías de desarrollo, porque las autoridades de dichos países, “en muchas ocasiones, tienen que hacerse cargo de costosos sistemas” de proveedores extranjeros, y añade que a menudo los proyectos “no se adaptan a las realidades locales”.
Uno de los motivos posibles es que no se entiende bien lo que es una ciudad inteligente.
Louisa Barker, directora de investigación de IDC Europe, ha declarado a Mobile World Live (MWL) que “demasiado a menudo, la ciudad inteligente se asocia con una estética deslumbrante”, y pone como ejemplo el cliché de edificios modernos y relucientes, y vehículos no tripulados.
Barker afirma que, en realidad, la definición de una ciudad inteligente comportaría “abordar los principales retos a los que se enfrentan los ciudadanos y dejar la tecnología en un segundo plano”.
Joe Dignan, vicepresidente asociado y director europeo de sector público de IDC, se muestra de acuerdo, si bien señala que las conversaciones en torno a las ciudades inteligentes se ven enturbiadas por “los aspectos futuristas”, lo que produce cierta confusión en torno a las necesidades que de verdad tienen que satisfacer las iniciativas de ciudad inteligente.
Más allá de la definición general de ciudad inteligente, los países en desarrollo se enfrentan a retos más básicos, como el suministro de energía o la escasez de agua, que disminuyen el apetito por despliegues tecnológicos que pueden resultar costosos.
Retos básicos de las ciudades
Hallaríamos un ejemplo en Zimbabue, donde el presidente Emmerson Mnangagwa ha anunciado planes para desarrollar un ambicioso, pero polémico paisaje urbano inteligente para 2022.
Durante la ceremonia inaugural del proyecto, Mnangagwa explicó que dicho plan, con un presupuesto de 500 millones de dólares (unos 469 millones de euros), dará lugar a “la ciudad más inteligente de la región”, que reproducirá en el noroeste de Harare el concepto comercial y de alta tecnología ya aplicado en Dubái.
Pero Bloomberg informa de que el proyecto ha suscitado división de opiniones, sobre todo porque el país aún sufre graves problemas debidos a los cortes de electricidad y muchas ciudades carecen desde hace años de agua corriente fiable, debido a que sus sistemas urbanos se concibieron en los tiempos de segregación racial.
La nueva Harare, respaldada por inversores emiratíes, contará con una bolsa de valores, un palacio presidencial y villas de lujo, pero no se sabe si se resolverán los problemas más acuciantes del país.
Por otra parte, The Guardian informa de que un proyecto de 90.000 millones de dólares (unos 84.300 millones de euros) presentado por India en 2015 para construir cien ciudades inteligentes también ha suscitado reacciones en contra, debido al temor de que provoque un aumento de las desigualdades económicas.
La Observer Research Foundation, un grupo de expertos con sede en India, señala que el país ha retrasado el plazo original de 2020 a junio de 2023 debido a los retrasos administrativos.
Barker y Dignan explican que, si bien tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, la computación en la nube y la Internet de las Cosas acaparan toda la atención en el discurso sobre ciudades inteligentes, la digitalización de datos se sitúa en el centro de su planificación en los países en desarrollo, puesto que ayuda a los gobiernos a reducir costes y tomar mejores decisiones.
Datos abiertos como primer paso
El Internacional Development Research Centre (IDRC, Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo), un organismo de investigación con sede en Canadá, entiende que los portales de datos abiertos son un elemento clave en el desarrollo de ciudades inteligentes en África, Asia y América del Sur.
Dicha organización entiende los portales de datos abiertos como una iniciativa estatal que pone a disposición del público una serie de perspectivas y conjuntos de datos sobre el desarrollo urbano de la ciudad, respalda la evolución de las tecnologías inteligentes en el plano regional y fomenta nuevos servicios digitales más centrados en el ciudadano.
Del mismo modo, el Financial Times afirma que la transparencia y una mejor gestión de los datos municipales son la savia de las nuevas tecnologías.
A partir de estrategias tales como la apertura de un portal de datos accesible o el crowdsourcing de datos, los desarrolladores pueden crear herramientas digitales adaptadas a las necesidades específicas de una ciudad. Así, en Burkina Faso, una alianza entre la compañía local de electricidad y la ONG Open Burkina ha ayudado a los habitantes de la capital, Uagadugú, a disminuir el impacto de los apagones mediante “sensores instalados en los hogares que recogen datos sobre el rendimiento de la red eléctrica”.
Los datos se distribuyen posteriormente a los ciudadanos afectados y se introducen en el portal nacional de datos del país.
Durban, en la República Sudafricana, también se halla entre las primeras ciudades que han adoptado un sistema de datos abierto. En 2011 creó un repositorio en línea de código abierto para hacer avanzar su proyecto de ciudad inteligente, Durban Edge.
A partir de un análisis profundo de datos, Durban Edge ha publicado varias métricas sobre uso de energía, tasas de migración, inclusión financiera, gestión de residuos y vivienda. Los municipios, a su vez, pueden servirse de dichas recopilaciones de datos para optimizar los servicios públicos.
En 2021, Durban acordó con Microsoft una iniciativa de ciudad inteligente a largo plazo, que comportó la actualización de su infraestructura informática nacional mediante la nube Azure con la finalidad de mejorar el procesamiento de datos. Con ello, contribuyó a resolver los problemas derivados de la pérdida u obsolescencia de información ocasionada por la escasa fiabilidad del suministro energético.
La CNN ha informado de que el acuerdo también prevé el despliegue de “cámaras de vigilancia” y “sistemas de cámaras” en el marco de la integración de datos con base en la nube, destinada a reforzar la seguridad nacional.
Barker entiende que la “oportunidad de verdad” radica en “el incremento de la eficiencia de la administración pública a través de la tecnología”.
La 5G desencadenada
Dominique Bonte, director general y vicepresidente de ABI Research, explica que las redes 5G “serán muy beneficiosas para las regiones en desarrollo” y que las velocidades de datos en tiempo real y la fiabilidad son fundamentales en Internet de las Cosas en ciudades inteligentes.
Añade que “los sensores de tráfico, la vigilancia y las farolas inteligentes son buenos ejemplos de medios que pueden contribuir con eficacia a frenar la delincuencia y gestionar el control de multitudes”, y se refiere a Nueva Delhi y Bhopal como buenos casos de uso de postes inteligentes y farolas eficientes desde un punto de vista energético.
Lo mismo piensa Dignan, que considera que la 5G es “una parte importante de las tecnologías rompedoras que se están imponiendo” y que permiten a los países en desarrollo “adelantarse” a las ciudades inteligentes de regiones ya desarrolladas.
Según datos de la asociación GSMA, la adopción de la 5G en Asia-Pacífico, aunque fuerte, es desigual, debido a la situación deficitaria en competencias digitales fuera de Japón, Corea del Sur, Australia y Singapur.
¿Cómo será el futuro?
Conviene imaginar un mundo en el que la intervención de la tecnología inteligente pueda resolver los retos urbanos. Como las ciudades tienen prioridades y problemas propios, el despliegue tecnológico no puede enfocarse de forma universal y debe ajustarse a un contexto más localizado.
Se apunta que durante los últimos años, las colaboraciones público-privadas en iniciativas inteligentes han invadido los mercados en desarrollo, y el WEF ha destacado el potencial de las regiones asiáticas y africanas en desarrollos urbanos inteligentes, ya que ambos continentes se sirven cada vez más de herramientas digitales para abordar los problemas derivados de las migraciones del campo a la ciudad.
Sin embargo, las autoridades deberían prestar más atención a garantizar que los proyectos sean útiles a largo plazo para las ciudades. En último término, una estrategia de ciudad inteligente, según Barker, “debería centrarse en resolver los problemas causados por las infraestructuras heredadas. Si ignoramos esa cuestión, no será eficaz.”
Las opiniones editoriales expresadas en este artículo son exclusivas de la autora y no reflejan necesariamente los puntos de vista de la GSMA, sus Miembros o Miembros Asociados.
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