La Asociación de la Industria de Semiconductores (SIA, por sus siglas en inglés) prevé que una inversión a gran escala de Estados Unidos en su sector nacional de chips daría fruto en una década. Una investigación realizada por dicha entidad en colaboración con Boston Consulting Group apunta a un incremento del 203% en la capacidad de fabricación para 2032.
Según dicha investigación, Estados Unidos podría asumir en poco tiempo el liderazgo en la producción de chips avanzados mediante procesos inferiores a 10 nanómetros (nm), esperando que el país posea en 2032 un 28% de la capacidad mundial.
La SIA afirma que Estados Unidos contaba con una cuota escasa, o inexistente, en la producción de ese tipo de chips lógicos avanzados en 2022, año en el que aprobó su Ley de CHIPS y Ciencia, un programa para revitalizar su industria nacional del silicio mediante un fondo de inversión de 52.000 millones de dólares (unos 48.100 millones de euros).
John Neuffer, presidente y consejero delegado de la SIA, opina que la inversión estadounidense pone al país “en el buen camino para un refuerzo significativo de la producción y la I+D nacionales sobre semiconductores”, pero añade que hay que seguir trabajando para “llevar alcanzar los objetivos”.
La investigación de la SIA y Boston Consulting Group concluye que la cuota de Estados Unidos en la capacidad mundial de fabricación de chips pasaría del 10% en 2022 al 14% en 2032. Según la SIA, esto se debe a la generosa financiación, sin la cual su cuota habría caído.
Aparte de resaltar la creciente presencia de Estados Unidos en la capacidad de fabricación mundial, el estudio indica que las medidas contra las empresas chinas podrían dar frutos. Nikkei Asia señala que la cuota de China en capacidad lógica avanzada se situaría en el 2% en 2032.
La SIA apunta que Estados Unidos tendría que intervenir en el ámbito legislativo para mantener al país “en el buen camino”, abordar las “persistentes vulnerabilidades de la cadena de suministro” y seguir creando capacidad de fabricación.
También defiende que se adopten medidas para impulsar la posición de Estados Unidos en áreas tales como la “lógica avanzada”, la automatización del diseño electrónico y el equipamiento.
TSMC, Intel y Samsung figuran entre los fabricantes de chips que han recurrido a la financiación estadounidense para reforzar sus instalaciones en el país.
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