Pat Gelsinger (en la foto), consejero delegado y miembro del consejo de administración de Intel, ha dimitido, al cabo de tres años en los que ha intentado mejorar la situación del fabricante de chips frente a competidores cada vez más potentes como Nvidia.
Bloomberg informa de que el consejo de administración de Intel, en una reunión reciente, dio a Gelsinger la opción de retirarse o afrontar una destitución.
Se ha nombrado a David Zinsner, vicepresidente ejecutivo y director de Finanzas, y Michelle Johnston Holthaus, consejera delegada de Intel Products, como consejeros delegados interinos mientras se busca un reemplazo definitivo.
Frank Yeary, presidente independiente del consejo de administración de Intel, ejercerá como presidente ejecutivo interino.
En palabras de Yeary, “si bien se han realizado progresos significativos en recuperación de competitividad en el ámbito de fabricación y en la creación de las capacidades necesarias para posicionarnos como fundición de categoría mundial, sabemos que aún nos queda mucho trabajo por hacer y nos hemos comprometido a restablecer la confianza de los inversores”.
Según el directivo, el consejo es consciente de que “ante todo, tenemos que situar a nuestro grupo de productos en el centro de todo lo que hagamos”.
La competición por el desarrollo de procesadores de IA pilló desprevenida a Intel y por ello no ha sido capaz de acortar distancias con sus rivales Nvidia y AMD.
Según el perfil de Gelsinger en LinkedIn, su primera etapa en Intel comenzó en 1979. En el año 2009, al cabo de tres décadas de carrera profesional, asumió los cargos de presidente y director de Operaciones en EMC, filial de Dell, y posteriormente de consejero delegado de VMware en 2012.
Algunas de sus actuaciones más recientes para lograr la recuperación de Intel han sido una importante iniciativa de reestructuración y reducción de costes anunciada en setiembre y un acuerdo multimillonario con Amazon Web Services para fabricar chips de IA.
Tras los pésimos resultados del segundo trimestre de 2024, Intel esbozó un plan para recortar el 15% de su plantilla a finales de año en el marco de una estrategia de reducción de costes multimillonaria, encaminada a concentrar los esfuerzos de la empresa en la consecución de sus objetivos.
En noviembre, el gobierno estadounidense redujo la financiación a los chips de la empresa, al tiempo que Qualcomm parecía perder interés por una posible adquisición de Intel.
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